Las cosas no marchan bien para el PSOE en general y en Andalucía en particular. Nuestra comunidad fue durante décadas su más importante granero de votos. Con la derrota en las pasadas elecciones al parlamento europeo van cuatro consecutivas. Perdieron las autonómicas de 2022. Perdieron las municipales de 2023. Perdieron las generales de 2023 y acaban de perder las europeas. Ese rosario de derrotas ha llevado a que quien en otro tiempo presidiera la Junta de Andalucía y la secretaría general de los socialistas andaluces Susana Díaz a decir que, en 2018, cuando ella estaba en el machito, ganaban las elecciones. Es cierto que ganaron esas elecciones autonómicas, pero perdieron el gobierno porque sus treinta y tres diputados —habían perdido catorce— más los diecisiete de la extrema izquierda, sumaban menos que los obtenidos por el PP, Ciudadanos y la extrema derecha. Los populares, en coalición con Ciudadanos y con apoyos puntuales de VOX, se hicieron entonces con la Junta. Se dijo que pasaba factura la corrupción de los Eres, aunque ahora el sanchismo, tenga la desfachatez de achacar esa corrupción socialista a la derecha.

En las elecciones municipales del año pasado perdieron los ayuntamientos de todas las capitales de provincia y de buena parte de las ciudades más importantes de Andalucía, además de seis de las ocho diputaciones. Eso significó perder el poder que da manejar presupuestos y el control que habían venido ejerciendo durante décadas de numerosas asociaciones, clubes o entidades de todo tipo. En las elecciones del pasado 9 de junio, incluso han perdido en Sevilla, que era como un bastión de la resistencia socialista. Hoy el mapa de Andalucía se pinta de azul, frente al rojo que lo teñía por completo en otro tiempo.

El partido que dirige Juan Espadas es una sombra de lo que fue en otro tiempo. Crisis en muchas agrupaciones, dimisiones de concejales, abundancia de gestoras y enfrentamientos internos que han llegado a la propia ejecutiva regional. Las causas de esta situación son varias, pero una de las más importantes es la Ley de Amnistía que, aparece publicada en el BOE como Ley de amnistía para la normalización institucional, política y social en Cataluña. Una normalización que, visto lo ocurrido en la constitución del parlamento de Cataluña, está muy lejos de hacerse realidad y todo apunta a que la matraca de los independentistas catalanes cobra fuerza otra vez, con el apoyo que Sánchez les ha prestado a cambio de sus votos para mantenerse en la presidencia del gobierno de España. Es posible que en Cataluña o en el País Vasco esa ley tenga efectos de “normalización institucional, política y social” y los resultados electorales obtenidos por el sanchismo parecen avalarlo. Pero en Andalucía y muchas otras partes de España, como Madrid, Galicia, Castilla y León, Extremadura, Valencia, Cantabria o Aragón, tiene efectos demoledores. Eso explica que los votos perdidos por el PSOE en las elecciones europeas de 2024 respecto a los de 2019 —salvando los diferentes porcentajes de votación de unos y otros comicios— sean dos millones cien mil y que el PP haya ganado millón y medio. Entonces el PSOE ganó salvo en Cataluña y el País Vasco en todas las provincias, menos cuatro. Ahora ha perdido en cuarenta provincias.

(Publicada en ABC Córdoba el viernes 14 de junio de 2024 en esta dirección)

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